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Sociedad del conocimiento El desinterés del educando

El desinterés del educando

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En las nuevas generaciones argentinas se observa la cultura del menor esfuerzo en el proceso de aprendizaje.

En la apertura del 5º Encuentro de Profesionales del Libro Infantil y Juvenil realizado en Buenos Aires, se presentaron los resultados de un estudio sobre intereses, conductas y actitudes de los niños de la Argentina y de América latina realizados entre 5.938 niños de sectores socioeconómicos medios y altos en Brasil, México, Colombia, Venezuela, Chile y nuestro país. Comparados con sus pares de estos países, los niños argentinos de entre 6 y 11 años son los que menos están involucrados en una cultura del esfuerzo en el proceso de aprendizaje.

En uno de sus artículos, el escritor español Rafael Argullol comenta el hecho de que algunos de los mejores profesores universitarios de su país están abandonando la enseñanza. Identifica como una de las principales causas de esta preocupante situación el desinterés intelectual que advierten en sus estudiantes y que tiene sus antecedentes en la escuela primaria y secundaria. Señala que los profesores no se sienten ofendidos por la ignorancia, sino por ese desinterés que demuestran sus alumnos. Esta situación, no es más que el reflejo de un fenómeno generalizado: la indiferencia por el saber que muestra la sociedad que esos jóvenes integran, puesto que hoy se privilegia la utilidad por sobre la verdad.

La reflexión del literato español, que refleja la realidad que se observa no sólo en España sino también en la sociedad occidental, y por tanto, en la nuestra, justifica en gran medida la crisis de significado que atraviesa la educación. Nos encontramos ante la paradoja de una sociedad que declama la importancia del conocimiento, es más, que se considera a sí misma "sociedad del conocimiento'', pero que no valora ese conocimiento e, incluso, no pocas veces lo combate activamente en los hechos concretos. Muchos jóvenes son el espejo de ese clima que prevalece en la sociedad y, más aún, convierten su desinterés en ignorancia militante, configurando un grupo en expansión que exhibe ese desprecio sin ocultar cierto orgullo. Se muestran heroicamente resistentes a toda influencia que consideren inútil para la sociedad de uso, hacen gala del hedonismo que ven en sus mayores y, como ellos, desconfían de todo lo que tenga cierto sabor a antiguo.

No alcanzan a advertir que la tecnología, a cuyo consumo desenfrenado se los impulsa, reconoce su origen, precisamente, en los fundamentos teóricos que se desarrollaron, con gran esfuerzo, en respuesta al desafío que plantearon a las generaciones anteriores aquellos ideales del conocimiento.

Fuente: Diario de cuyo