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Tecnologías de la información Calidad y Usos de las TIC en la Universidad

Calidad y Usos de las TIC en la Universidad

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Josep M. Duart - Profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC y director de la Cátedra UNESCO de e-learning
Las universidades han introducido, con más o menos celeridad y con más o menos acierto, las tecnologías de la información y de la comunicación en su dinámica administrativa y educativa a lo largo de las dos últimas décadas.
 
El análisis de la relación entre las instituciones de educación superior y la sociedad de la información y del conocimiento es el foco principal de nuestra línea editorial, y nuestra revista ha mostrado diferentes resultados de investigación y ha analizado en varios de sus monográficos esta realidad; pero hasta hoy no habíamos analizado en un monográfico algo tan determinante como la evaluación de la calidad, con un especial énfasis en el uso de las TIC en las universidades.
 
Ya hemos comentado, y se ha analizado en algunos de los artículos publicados anteriormente, que la introducción y uso de las TIC en la Universidad, por sí misma, no comporta ni innovación ni mejoría en la calidad del sistema universitario. Ahora bien, como también hemos analizado, el uso adecuado de las necesarias e inevitables tecnologías, como base o complemento de la administración educativa y de los procesos de aprendizaje en educación superior, sí que puede ayudar a la mejora de los procesos y de los resultados del aprendizaje. Empezamos a tener resultados de ello y RUSC se encarga a menudo de difundirlos. Las tecnologías son un instrumento, una base sobre la que actuar, un medio que bien comprendido y tratado puede ayudarnos a mejorar los procesos y los resultados de nuestra tarea académica. Pero la presencia de las tecnologías o su uso en el aula no es, por sí solo, garantía de la calidad. La calidad y su evaluación va más allá del simple uso de una tecnología, requiere del análisis de los objetivos, del proceso y de sus agentes y, como no, de los resultados obtenidos. Y algunos de estos temas forman parte del monográfico que presentamos en el volumen 6, número 2 de RUSC.
 
A nuestro entender, la garantía de la calidad en la educación superior debe contemplar hoy, en el siglo XXI, en la sociedad del conocimiento, el uso adecuado de la tecnología. Y remarcamos adecuado. No puede ser de otra manera, ya que estaríamos obviando la realidad de nuestra sociedad, y lo que es peor, obviaríamos además la realidad comunicativa, vivencial y de acceso habitual a la información de nuestros estudiantes. De ahí que, si bien la tecnología debe estar presente, su presencia no debe eclipsar los objetivos principales de las instituciones de educación superior: la formación, la investigación y la difusión del conocimiento, entre otros.
 
Don Tapscott, en un reciente artículo en Edge (www.edge.org) titulado «The Impending Demise Of The University», analiza de forma muy interesante los retos de la Universidad en la era digital. Destaca, entre otros temas, la necesidad de superar la clase tradicional. Tapscott dice que las «universidades deben ser espacios para aprender, no para enseñar» y que para conseguir este reto, las TIC ayudan mucho, sin duda, pero entender y aprovechar la forma actual de aprender de nuestros estudiantes ayuda todavía más. Las universidades están ante el reto de saber adaptarse a las nuevas generaciones de estudiantes, y para ello, la Universidad debe trabajar en red, en redes de conocimiento compartido con otras instituciones y con otras personas. Una red de redes, una gran estructura de nodos de conocimiento. Estos son los retos actuales de la institución universitaria, y suponen entender las TIC como una herramienta de cambio cultural, de comunicación y de transformación de los procesos de aprendizaje.Todo ello tiene que ver con la calidad actual de la Universidad. Relacionar la investigación con la formación; garantizar una formación flexible y adaptada a las necesidades de los estudiantes; facilitar recursos de aprendizaje adecuados a los procesos de enseñanza y aprendizaje superando las tradicionales clases magistrales; formar a los profesores en el uso adecuado de las TIC, y garantizar a nuestros estudiantes la obtención de las competencias necesarias para la integración en el mercado laboral son algunos de los elementos clave que debe tener en cuenta cualquier proceso de evaluación de la calidad en la educación superior, y un uso adecuado de las TIC es fundamental para todo ello.
 
La diversidad, ya sea en la atención a las necesidades formativas de los estudiantes o en la existencia de una amplia variedad de niveles e intereses por parte de estudiantes en las aulas, es también un elemento a tener en cuenta a la hora de hablar de calidad; y, una vez más, puede ser tratado adecuadamente con el uso intensivo de las TIC. Las tecnologías nos permiten el tratamiento de la diversidad y la personalización de los procesos de aprendizaje, a la vez que dan la posibilidad de incorporar, en un mismo entorno no síncrono, a estudiantes y profesores de diferentes lugares y de diferentes concepciones, lo que aporta, sin duda, complejidad y riqueza al sistema.
 
Las tecnologías de la comunicación y de la información nos permiten, además, tratar otro elemento importante en los procesos de evaluación de la calidad en la Universidad como es el de la transversalidad de los programas de formación. Esta transversalidad se manifiesta a través de la necesaria multidisciplinariedad de los programas, pero se amplifica gracias a las TIC, con el uso de las redes de conocimiento, con la participación en redes internacionales a través de alianzas que facilitan la movilidad de profesores y estudiantes, una movilidad que no siempre tiene que ser física, ya que puede darse a través de la red gracias a la presencia asíncrona y al intercambio real de ideas, conceptos, proyectos y aprendizajes. Se trata sin duda de nuevas formas de trabajar y de nuevas formas de entender la educación en la era digital.
 
Mark C Taylor, en un reciente y polémico artículo en The New York Times titulado «End The University as We Know It» destaca la paradoja de la Universidad actual, que a menudo produce formación para la que no hay mercado y da habilidades a los estudiantes para las que hay una demanda decreciente. Es lo que nosotros destacaríamos como poca atención a la sostenibilidad académica de los productos formativos de la Universidad, es decir, poca atención a la viabilidad en el mercado de la formación impartida y de las habilidades o destrezas que se están aportando a nuestros estudiantes. Ello tiene que ver sin duda con la calidad del sistema, especialmente en el análisis de los logros, de los resultados de la formación. Taylor demanda modificar los currículos de los programas, trabajar en red en las universidades y cambiar el sistema de clases tradicionales. Tres retos, entre otros, que tienen mucho que ver con la calidad del sistema, y que pueden conseguirse con el
uso adecuado de las TIC, especialmente Internet.
 
En definitiva, la calidad de la educación superior en la sociedad del conocimiento va a depender, sin duda, del adecuado uso que se haga de las TIC, ya sea en los sistemas de administración, como en la capacitación de los profesores, como en los procesos de aprendizaje, en los recursos de aprendizaje, en los cambios para superar la clase tradicional, en la generación de redes, etc. En definitiva, en repensar y cambiar los modelos educativos de nuestra Universidad para hacerlos capaces de sostener las demandas de formación en la era digital. Al final, lo que se evalúa –o lo que debería evaluarse– en cualquier proceso de calidad en educación superior son los resultados de aprendizaje. Y esos resultados deben ser acordes, según lo que definíamos antes como sostenibilidad académica, con las demandas de nuestra sociedad. Se nos hace difícil imaginar poder conseguir resultados de aprendizaje adecuados para la sociedad del conocimiento sin un cambio sustantivo en los modelos educativos que incluyan la superación de la clase tradicional. El cambio de la clase tradicional a la clase en la era digital, la clase en red como parte de la Universidad en red, es el reto al que debemos hacer frente. Josep Maria Duart, director de RUSC
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