Cuando se eliminan las sales disueltas en el agua, aplicando un proceso de separación como la destilación o la ósmosis inversa (proceso de membrana), se pierde el equilibrio entre los aniones y cationes, y por lo general el agua se torna ácida por la prevalencia del dióxido de carbono (CO2); al eliminarle los iones como calcio y magnesio, se reduce la dureza del agua. El agua destilada carece de dureza y alcalinidad, y resulta muy agresiva.
Por este motivo suele hacerse un proceso de postratamiento al agua, para aportarle ciertas sustancias, como calcio, magnesio y bicarbonatos, ajustando su equilibrio calcio-carbónico.
No se recomienda tomar agua destilada, porque absorbe minerales valiosos del organismo, creando grandes desequilibrios en el mismo, es decir, el agua destilada “roba” minerales a la flora intestinal y a los diversos sistemas biológicos del organismo, entre ellos los huesos, articulaciones y médula ósea.
Si el agua ha pasado por un proceso de desmineralización para eliminarle algunos elementos nocivos para la salud, es necesario estabilizarla de nuevo con otros elementos que no causen daños al organismo para poder ingerirla.
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