Las condiciones extremas del clima, esto es, sequías e inundaciones, han producido en múltiples ocasiones cosechas pobres, hambrunas, problemas de salud y migraciones masivas de la población.
Hoy en día, no sólo la agricultura y la destrucción de bosques se ven afectada por la variabilidad en el clima, sino también otras actividades económicas, como la generación y el consumo de energía eléctrica, la pesca, la acuicultura, los asentamientos humanos, el turismo, la ganadería, el uso de recursos hídricos (presas), las aseguradoras, los bancos, el transporte, e incluso la salud, debido a la gran cantidad de enfermedades relacionadas con la condiciones extremas del clima. Por ejemplo, el dengue, la malaria, el cólera y las enfermedades respiratorias, guardan una estrecha relación con las fluctuaciones estacionales de temperatura y humedad. También la variabilidad del clima incide en la calidad del aire de las regiones urbanas, ya que cambios en la temperatura y la humedad relativa modifican la reactividad general del smog fotoquímico y la formación de aerosoles.
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