La migración es un fenómeno mundial impulsado por muchas fuerzas, es decir, multifactorial. Muy frecuentemente, la migración es motivada por aspiraciones de progreso económico, dignidad, seguridad y paz. La decisión de salir de casa es siempre extrema y, con demasiada frecuencia, el comienzo de un viaje peligroso, a veces con un fatal desenlace.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) del Sistema de las Naciones Unidas define a un migrante como cualquier persona que se desplaza, o se ha desplazado, a través de una frontera internacional o dentro de un país, fuera de su lugar habitual de residencia independientemente de:
1) su situación jurídica;
2) el carácter voluntario o involuntario del desplazamiento;
3) las causas del desplazamiento; o
4) la duración de su estancia.
Según el Informe sobre las migraciones en el mundo 2022 de la ONU, el número estimado de migrantes internacionales en todo el mundo ha aumentado en las últimas cinco décadas. El total estimado de 281 millones de personas que vivían en un país distinto de su país natal en 2020 es superior en 128 millones a la cifra de 1990 y triplica con creces la de 1970.
Indudablemente, el atractivo de obtener un trabajo bien remunerado en algún país rico constituye un poderoso incentivo para la migración internacional. Pero más allá de las aspiraciones de progreso, cada año personas de todo el mundo se enfrentan a los devastadores efectos de conflictos, enfermedades, catástrofes y cambio climático que les obligan a emigrar con un solo objetivo: sobrevivir.
En los últimos años, los conflictos, la inseguridad y los efectos del cambio climático han contribuido en gran medida a los movimientos forzosos dentro de los países o a través de las fronteras. Más de 59 millones de personas fueron internamente desplazadas a finales de 2021, de las cuales 53,2 millones de personas habían migrado debido a los conflictos y la violencia y 5,9 millones por catástrofes, muchas de ellas ocasionadas por el cambio climático.¹
Migración y efectos de la evolución lenta del cambio climático
La migración en el contexto de los efectos adversos del clima tiene casi siempre múltiples causas y la decisión de migrar suele ser el resultado de una combinación de factores, no solo del clima. Al mismo tiempo, los factores ambientales y climáticos que pueden influir en la decisión o la necesidad de migrar abarcan una amplia variedad de situaciones, desde los desastres repentinos, como los huracanes y las inundaciones, hasta los procesos de evolución lenta como la subida del nivel del mar y la degradación de las tierras.
Un análisis reciente de las publicaciones disponibles sobre el nexo del cambio climático y la migración llega a la conclusión de que “los cambios climáticos de evolución lenta, en particular los grandes aumentos de las temperaturas y las condiciones de creciente aridez (es decir, las disminuciones extremas de las precipitaciones o sequías), tienen más probabilidades de aumentar la migración que los desastres repentinos”.²
Los migrantes que se trasladan para adaptarse a los efectos de evolución lenta han tenido más tiempo de reunir los recursos necesarios, mientras que los fenómenos repentinos que acaban rápidamente con los recursos reducen la capacidad de migrar.³
Una de las fuentes de datos más citada y más ampliamente reconocida sobre las personas que migran en el contexto de las repercusiones climáticas y ambientales adversas es el informe anual del Observatorio de Desplazamiento Interno sobre el desplazamiento causado por desastres, que compila información a ese respecto a nivel de los países. En 2020, hubo 30,7 millones de desplazamientos nuevos a raíz de desastres ocurridos en 145 países y territorios⁴.
Cabe destacar que estas cifras se centran principalmente en los nuevos desplazamientos registrados en respuesta a desastres repentinos y dentro de cada país; los datos sobre los desastres y fenómenos de evolución lenta, así como los relativos a los movimientos transfronterizos, siguen siendo incompletos.
El Centro de Seguimiento de los Desplazamientos Internos publica también una cantidad limitada de datos sobre los desastres de evolución lenta, y ha estimado que en 2020 hubo 46.000 desplazamientos nuevos causados por las temperaturas extremas y 32.000 debidos a las sequías ⁵. En el período comprendido entre 2008 y 2020, las sequías ocasionaron más de 2,4 millones de desplazamientos nuevos, y las temperaturas extremas, más de 1,1 millones ⁶.
En lo que respecta a las proyecciones mundiales, un informe fundamental publicado por el Banco Mundial en 2018⁷ señala que, sin una acción urgente en relación con el clima a nivel nacional y mundial, en 2050 podría haber 143 millones de personas que se desplazarán dentro de sus países debido a los efectos adversos del clima en tres regiones del mundo (África Subsahariana, Asia Meridional y América Latina).
El informe destaca que los más pobres pueden verse forzados a migrar debido a los efectos de la evolución lenta del cambio climático, como la menguante productividad agrícola, la escasez de agua y la subida del nivel del mar.
Además, un estudio realizado en el marco de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD) indica que, en comparación con el período 2000-2015, en 2059 el número de migrantes por motivos relacionados con las sequías podría aumentar en aproximadamente 22 millones en África, 12 millones en América del Sur y 10 millones en Asia, si bien con grandes diferencias entre los distintos modelos climáticos y una elevada incertidumbre ⁸.
Los aumentos de la temperatura suscitan cada vez más preocupación porque amenazan la habitabilidad y pueden reducir la productividad laboral. Por ejemplo, un informe de 2017 estima que, con un aumento de la temperatura mundial de 1,5 °C, entre 30 y 60 millones de personas vivirán en zonas cálidas donde la temperatura promedio del mes más caliente será demasiado alta para el buen funcionamiento del cuerpo humano ⁹.
El calentamiento global expondrá a millones de personas a la amenaza de la subida del nivel del mar ¹⁰, y un aumento de 1°C de la temperatura mundial podría exponer directamente a ese fenómeno al 2,2% de la población del planeta ¹¹.
Aunque es posible que muchas personas y familias migren en respuesta a los efectos del clima, no todos los que viven en zonas de riesgo querrán o tendrán la posibilidad de hacerlo. Los escenarios que cabe prever si estas proyecciones se hacen realidad —e inducen a las personas en riesgo a abandonar las zonas afectadas— solo se producirán si no se adoptan políticas y decisiones adecuadas sobre la base de la información científica existente.
El IMTA efectúa investigación, desarrolla y transfiere tecnología para caracterizar los fenómenos hidro-meteorológicos extremos, evaluar sus impactos y afectaciones, así como inferir sus cambios a futuro derivados del calentamiento global mediante el uso de herramientas para el diagnóstico y pronóstico.
El Instituto participa en el desarrollo de Tzolkin: Monitor Mesoamericano de Sequía Región Centroamérica, que produce mapas que identifican de manera objetiva la evolución espacio-temporal de la magnitud y severidad de la sequía a nivel nacional.
En materia de seguridad hídrica, el IMTA profundiza en temas como la vinculación agua y territorio, el estudio de asuntos transfronterizos, el vínculo agua-energía-alimentos, así como el empleo del agua en proyectos productivos y genera bases científicas para el conocimiento de los eventos extremos y el cambio climático.
Bajo los auspicios de la UNESCO, el Instituto es miembro fundador del Centro Regional de Seguridad Hídrica (CERSHI), entre cuyas líneas de investigación se encuentra la gestión del riesgo por fenómenos hidrometeorológicos, alerta temprana y adaptación al cambio climático. El Centro busca incrementar el conocimiento científico y tecnológico sobre el cambio climático y sus efectos en los fenómenos hidrometeorológicos para construir sociedades resilientes.
Para ello, el CERSHI ofrece información oportuna y suficiente que permite diseñar medidas anticipatorias a las potenciales consecuencias de los fenómenos hidrometeorológicos extremos.
De cara a un futuro en que los fenómenos climáticos de evolución lenta se agravarán, los especialistas del IMTA aportan el mejor conocimiento científico disponible para la toma de decisiones y la formulación de políticas y prácticas adecuadas de gestión de los riesgos relacionados con el agua en el contexto de la actual emergencia climática.
Referencias
¹ Informe Mundial sobre Desplazamiento Interno 2022. https://www.internal-displacement.org
² Šedová y otros, 2021. A meta-analysis of climate migration literature. Discussion paper No.29. Centro de Análisis de Políticas Económicas. Postdam, Alemania.
³ Ibid.
⁴ Informe Anual del Observatorio de Desplazamiento Interno, 2021. Ginebra, Suiza.
⁵ Informe Anual del Observatorio de Desplazamiento Interno, 2020. Ginebra Suiza.
⁶ Ibid.
⁷ Rigaud y otros, 2018. Groundswell: Preparing for Internal Climate Migration. Banco Mundial, Washington, D.C.
⁸ Laurent-Lucchetti y otros, 2019. Sequía, degradación de la tierra y migración. En: Addressing the Land Degradation – Migration Nexus: The Role of the United Nations Convention to Combat Desertification. OIM, Ginebra.
⁹ Organización Internacional para las Migraciones, ONU. 2017.
¹⁰ McMichael y otros, 2020. Una revisión de la población expuesta al aumento del nivel del mar y su relevancia para la migración. Environmental Research Letters, 15(12).
¹¹ Marzeion y Levermann, 2014. Pérdida de patrimonio mundial cultural y lugares actualmente habitados debido al aumento del nivel del mar. Environmental Research Letters.