Zoé, el Dios creador de todo el universo, creó al Sol y lo llamó Sua. También creó a las plantas y a los animales y los hizo sabios para que todo funcionara en armonía. Finalmente decidió crear a la Luna y la llamó Chía.
Así, los primeros pobladores de la Tierra, la plantas y los animales, cuidaban unos de otros y servían como alimento o como abono para la tierra, manteniendo un perfecto equilibrio.
Sua se enamoró de Chía, y como producto de su amor, del reflejo de la Luna llena en la laguna de Iguaque surgió una noche una mujer de belleza impresionante, llamada Bachué, con un niño en brazos. Ellos se encargaron de poblar la Tierra.
Por eso, los seres humanos somos considerados los hermanos menores de la creación del Dios Zoé y debemos aprender de nuestros hermanos mayores, los animales, las plantas y la naturaleza, a respetarnos. Esa es nuestra misión en el universo, aprender de nuestros hermanos mayores.