¿Qué tienen en común el Monte Everest, la montaña más alta del mundo, y el punto más profundo en el océano? A pesar de encontrarse entre los ecosistemas más remotos e inaccesibles de la Tierra, ambos contienen pequeñas partículas de plástico producto de las actividades humanas que tienen lugar a miles de kilómetros de distancia. Los plásticos constituyen la porción más grande, dañina y persistente de la basura que se encuentra en el mar, al menos 85% de toda esa basura.¹
Actualmente, se calcula que once millones de toneladas de plástico llegan al océano cada año. Se hallan en volúmenes cada vez más grandes a lo largo de las costas y de los estuarios, formando enormes remolinos en medio del océano, en islas remotas y en el hielo de los glaciares. Se encuentran también en el lecho del mar, desde las regiones polares hasta los más profundos y obscuros abismos del océano, causando daño a la vida marina y destruyendo los ecosistemas a su paso.
En ocasiones, los residuos plásticos llegan a formar verdaderas “islas” flotantes. De acuerdo con especialistas de la UNAM, se han detectado al menos cinco grandes islas de plástico en todo el mundo. Por ejemplo, en el Océano Pacífico Norte, donde convergen las corrientes marinas y el agua entra en calma, se encuentra una isla de plástico con más de 100 millones de toneladas de desechos flotando a la deriva. Como el plástico tarda décadas o hasta siglos en degradarse y cada día llegan más residuos, la isla se vuelve más y más grande. Actualmente, el tamaño de esa “isla” es comparable al estado de Chihuahua, pero en el futuro podría llegar a ser como un continente.²
Contaminación por plástico + COVID-19
El problema de la contaminación por plásticos se ha agudizado en los últimos tres años debido a las decenas de miles de toneladas de desechos médicos derivados de la respuesta a la pandemia de COVID-19, que se han convertido en una amenaza adicional para la salud humana y el medio ambiente, según se desprende del “Análisis mundial sobre los desechos sanitarios en el contexto de la COVID-19: situación, repercusiones y recomendaciones” de la Organización Mundial de la Salud.
La OMS analizó el destino de 87 mil toneladas de equipos de protección personal, como guantes de goma y cubrebocas, que se enviaron a todo el mundo a partir de una iniciativa de las Naciones Unidas, entre marzo de 2020 y noviembre de 2021. La mayor parte de esos equipos terminaron como desechos.
También se enviaron 140 millones de kits de pruebas generando 2 mil 600 toneladas de desechos infecciosos, en su mayoría plásticos, y 731 mil litros de desechos químicos. Los miles de millones de dosis de vacunas que se han administrado en todo el mundo han generado 144 mil toneladas de residuos adicionales como jeringas, agujas y contenedores de seguridad para la eliminación de desechos médicos, de acuerdo con la OMS.³
Eso sin considerar los productos básicos adquiridos para hacer frente a la COVID-19 al margen de la iniciativa de la ONU, ni los desechos generados por la población, como los cubrebocas desechables. Éstos tardan hasta 450 años en degradarse de acuerdo con el Servicio Público Federal de Salud de Bélgica, ya que están hechos con fibras sintéticas que no se descomponen fácilmente.
Este 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente con el lema “de la contaminación por plástico a su solución”. El objetivo es concientizarnos acerca de la necesidad de reducir la cantidad de plástico que se vierte en los océanos para enfrentar este desafío medioambiental de proporciones globales. Hacernos conscientes de que podemos cambiar nuestros hábitos en el día a día para reducir la contaminación por plásticos en la naturaleza, en nuestra vida y nuestra salud, en especial los plásticos de un solo uso, como bolsas, empaques y productos desechables.
Una bolsa de plástico, por ejemplo, cuya vida útil es de 15 minutos puede tardar en descomponerse hasta 150 años. El mensaje es simple: rechaza el plástico desechable. Si no puedes reusarlo, ¡recházalo! Seamos parte de la solución a la contaminación por plástico.
Referencias