El 22 de marzo de cada año se conmemora el Día Mundial del Agua. Proclamado por la Asamblea General de la ONU, su principal objetivo es generar conciencia acerca de la importancia de cuidar el recurso agua en el planeta. Con esta efeméride se pretende dar a conocer la crisis mundial del agua y la problemática que afrontan millones de personas que no tienen acceso al agua potable, así como las medidas urgentes que se deben tomar al respecto.
Sólo el 0,5% del agua de la Tierra es agua dulce disponible, y el cambio climático está afectando peligrosamente ese suministro. En los últimos veinte años, el almacenamiento de agua terrestre (incluida la humedad del suelo, la nieve y el hielo) ha disminuido a un ritmo de 1 cm por año, con importantes repercusiones para la seguridad hídrica.
De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud, 2,200 millones de personas todavía carecen de agua potable gestionada de forma segura, incluidos 115 millones de personas que beben agua superficial. Aproximadamente la mitad de la población mundial sufre una grave escasez de agua al menos durante una parte del año.
Paz y conflictos por el agua
Este año la jornada por el agua se conmemora con el lema “Agua para la paz”. El agua puede, en efecto, crear paz o desencadenar conflictos. De acuerdo con Ortega (2016) los conflictos por el agua son situaciones de disputa entre actores y/o grupos sociales, que tienen o creen tener objetivos incompatibles en torno a asuntos relacionados con este recurso.
Tales conflictos pueden ser directos -engloban aquellos detonados por su acceso, aprovechamiento y/o distribución- o indirectos, que tienen que ver con el recurso de forma indirecta. Por ejemplo, el aprovechamiento a través de la construcción de una presa en la que se debate la indemnización de los habitantes en el territorio.
Agua para la paz
El agua puede ser una fuerza estabilizadora y un catalizador para el desarrollo sostenible. No es solo un recurso que se puede utilizar y por el que hay que competir, sino que es un derecho humano fundamental. La cooperación pacífica en torno al agua -dentro de los países y entre ellos- puede allanar el camino hacia una cooperación pacífica en todos los demás sectores.
A nivel de cuencas transfronterizas, los países podrían desarrollar acuerdos y establecer instituciones para gestionar pacíficamente los recursos hídricos que cruzan fronteras internacionales.
A nivel local y nacional, los diferentes usuarios del agua -particularmente los sectores de agua y saneamiento, energía, producción de alimentos e industrial- podrían cooperar a través de un enfoque de gestión integrada de los recursos hídricos y promover una economía circular que asegure los derechos humanos de las personas.
Trabajar juntos en materia de agua a través de fronteras y sectores acelerará el progreso en todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible: mejorará la seguridad alimentaria, mantendrá medios de vida y ecosistemas saludables, ayudará a desarrollar la resiliencia al cambio climático, contribuirá a la reducción del riesgo de desastres, proporcionará energía renovable, apoyará a las ciudades y la industria y fomentará la integración y la paz regionales.
El agua es, en suma, un factor desencadenante de conflictos, pero puede ser también una poderosa herramienta para crear un mundo más pacífico y próspero con justicia y equidad hídricas para todos.
Referencias