El lago de Tequesquitengo es un cuerpo de agua que se encuentra al sur del estado de Morelos, donde los turistas acuden en busca de recreación los fines de semana debido a su cercanía a la ciudad de México y a la variedad de actividades acuáticas que ofrece.
Este lago esconde bajo sus aguas la historia de su formación. Bajo ellas yace el antiguo pueblo de San Juan Bautista de Tequesquitengo, que sufrió una terrible inundación alrededor del año 1845, dejándolo completamente sumergido; algunas veces, cuando el nivel del agua desciende un poco, se alcanza a apreciar la cruz de la iglesia del otrora pueblo colonial.
Existen varias versiones de este suceso. La más popular, contada por los lugareños a los turistas, dice que al norte del valle había una laguna que era primordial para el sustento del pueblo y en cuyas riberas se extraía el tequesquite, mineral similar a la sal que le da su nombre y que era de valor para los indígenas, quienes lo usaban para fabricar jabón y sazonar algunos platillos. En la parte alta de la región se encontraba la Hacienda San José Vista Hermosa, en donde se cultivaba la caña de azúcar. La hacienda prosperaba y necesitaba de más mano de obra, por lo que los hermanos Mosso, quienes la controlaban, querían que los indígenas del pueblo fueran a trabajar sus tierras. Estos se negaron, dado que les era más lucrativo seguir explotando el tequesquite. Enardecidos, los Mosso desviaron el flujo de los canales de riego de sus plantíos y con ello inundaron a todo el pueblo.
De manera menos folclórica, los estudiosos del tema sostienen que la inundación fue un proceso paulatino, que inició desde 1840. Se ha visto que el lago funciona como descarga natural del acuífero y se alimenta de agua subterránea, lo que pudo haber causado la desaparición del asentamiento de manera progresiva al aumentar el nivel del agua.
Otra versión señala que en 1845 se registró un sismo, considerado uno de los más fuertes del siglo XIX, que pudo sentirse en gran parte del estado y que provocó profundas oquedades en el suelo que se conectaron a cavernas subterráneas por donde se filtró agua a la superficie, lo que dañó el subsuelo y llevó al aumento del afluente de agua al valle.
¿Venganza?, ¿aguas subterráneas?, ¿un sismo? Como haya sido, lo cierto es que el lago de Tequesquitengo es uno de los atractivos turísticos más llamativos del estado de Morelos, que encierra la fascinante historia de un pueblo sumergido.