class="contentpane"> Las medidas de prevención ante el cambio climático son menos costosas que la adaptación posterior
Viernes, 20 de Septiembre de 2013 12:27
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portada_cambioclimatico_20septFAO

Responder a la amenaza del cambio climático sobre los bosques del planeta requiere medidas tempranas y más inversiones: resultará menos costoso ajustar ahora las estrategias de gestión forestal que reaccionar a los daños que provoque el cambio climático, advirtió la FAO en la publicación de sus nuevas Directrices sobre el cambio climático para los gestores forestales.

La acción temprana ayudará también a mejorar los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria de las comunidades locales. La disminución de los servicios ecosistémicos forestales –en especial la regulación del ciclo del agua, la protección del suelo y la conservación de la biodiversidad-, pueden afectar a millones de personas en las zonas rurales que utilizan los bosques para obtener alimentos, combustible, madera, medicinas e ingresos. Por ejemplo, entre 4 y 5 millones de mujeres en África Occidental consiguen un 80% de sus ingresos de la recolección, procesamiento y comercialización de las nueces del butirospermo (karité).

"El cambio climático está deteriorando la capacidad de los bosques para proporcionar bienes y servicios claves del ecosistema. Los gestores forestales necesitan responder con urgencia a la amplia gama de amenazas que plantea el cambio climático. Estas directrices les ayudarán a evaluar y monitorear estos impactos para cada tipo de bosque y de región”, explicó Simmone Rose, Oficial Forestal de la FAO.

El nuevo documento de la FAO orienta sobre cómo identificar, evaluar y priorizar las opciones para ajustar las prácticas de manejo forestal en respuesta al cambio climático.

Disponibilidad y calidad del agua

El cambio climático está alterando los patrones de precipitación y escorrentía. Mientras que algunas áreas del mundo experimentan sequías y una disminución de las precipitaciones, otras se ven expuestas a lluvias más intensas y a la consiguiente erosión e inundaciones. Los bosques en las cuencas altas reducen la escorrentía de las tormentas y la erosión, y los bosques adyacentes a los cursos de agua ayudan a estabilizar las riberas de los ríos, reduciendo la cantidad de sedimentos que entran en el agua y filtrando los elementos contaminantes.

La capacidad de los bosques para contribuir a la disponibilidad y calidad del agua se reducirá si se ven afectados negativamente por el cambio climático. Los responsables de la gestión forestal deberían anticiparse y responder a estas amenazas identificando aquellas cuencas hidrográficas más vulnerables al cambio climático. Mantener los bosques sanos y restaurar los degradados dentro de las cuencas ayudará a reducir la erosión, aumentar la estabilidad de los taludes y a garantizar la disponibilidad del suministro regular de agua limpia

Implicar a las comunidades locales en la prevención de incendios

Está previsto que el cambio climático lleve a un incremento del riesgo de incendios forestales por el aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones. Para gestionar esta amenaza es importante promover paisajes que impidan la propagación del fuego y especies forestales que sean resistentes al mismo. Las quemas agrícolas deben realizarse antes del momento álgido de la estación seca. Este tipo de gestión está a menudo más allá del alcance de los gestores forestales, por lo que se les insta a implicar a las comunidades locales para evitar los incendios.

Plagas y enfermedades

El cambio climático -y en particular los fenómenos meteorológicos extremos- pueden afectar de forma directa a las plagas forestales, alterando su reproducción y difusión, y de forma indirecta mediante la abundancia de competidores, parásitos y depredadores.

Las medidas de prevención pueden incluir la selección de especies y variedades para adaptarse a las condiciones locales y las prácticas de aclareo para reducir las poblaciones de plagas y potenciar a sus enemigos naturales. Un seguimiento atento de las plagas ayudará a determinar si es necesario realizar actividades para combatirlas.

Las nuevas directrices fueron presentados la semana pasada en el curso de la 28ª Reunión de la Comisión Forestal para América Latina y el Caribe (COFLAC).

 

Fuente: iAgua

 

Las medidas de prevención ante el cambio climático son menos costosas que la adaptación posterior

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Responder a la amenaza del cambio climático sobre los bosques del planeta requiere medidas tempranas y más inversiones: resultará menos costoso ajustar ahora las estrategias de gestión forestal que reaccionar a los daños que provoque el cambio climático, advirtió la FAO en la publicación de sus nuevas Directrices sobre el cambio climático para los gestores forestales.

La acción temprana ayudará también a mejorar los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria de las comunidades locales. La disminución de los servicios ecosistémicos forestales –en especial la regulación del ciclo del agua, la protección del suelo y la conservación de la biodiversidad-, pueden afectar a millones de personas en las zonas rurales que utilizan los bosques para obtener alimentos, combustible, madera, medicinas e ingresos. Por ejemplo, entre 4 y 5 millones de mujeres en África Occidental consiguen un 80% de sus ingresos de la recolección, procesamiento y comercialización de las nueces del butirospermo (karité).

"El cambio climático está deteriorando la capacidad de los bosques para proporcionar bienes y servicios claves del ecosistema. Los gestores forestales necesitan responder con urgencia a la amplia gama de amenazas que plantea el cambio climático. Estas directrices les ayudarán a evaluar y monitorear estos impactos para cada tipo de bosque y de región”, explicó Simmone Rose, Oficial Forestal de la FAO.

El nuevo documento de la FAO orienta sobre cómo identificar, evaluar y priorizar las opciones para ajustar las prácticas de manejo forestal en respuesta al cambio climático.

Disponibilidad y calidad del agua

El cambio climático está alterando los patrones de precipitación y escorrentía. Mientras que algunas áreas del mundo experimentan sequías y una disminución de las precipitaciones, otras se ven expuestas a lluvias más intensas y a la consiguiente erosión e inundaciones. Los bosques en las cuencas altas reducen la escorrentía de las tormentas y la erosión, y los bosques adyacentes a los cursos de agua ayudan a estabilizar las riberas de los ríos, reduciendo la cantidad de sedimentos que entran en el agua y filtrando los elementos contaminantes.

La capacidad de los bosques para contribuir a la disponibilidad y calidad del agua se reducirá si se ven afectados negativamente por el cambio climático. Los responsables de la gestión forestal deberían anticiparse y responder a estas amenazas identificando aquellas cuencas hidrográficas más vulnerables al cambio climático. Mantener los bosques sanos y restaurar los degradados dentro de las cuencas ayudará a reducir la erosión, aumentar la estabilidad de los taludes y a garantizar la disponibilidad del suministro regular de agua limpia

Implicar a las comunidades locales en la prevención de incendios

Está previsto que el cambio climático lleve a un incremento del riesgo de incendios forestales por el aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones. Para gestionar esta amenaza es importante promover paisajes que impidan la propagación del fuego y especies forestales que sean resistentes al mismo. Las quemas agrícolas deben realizarse antes del momento álgido de la estación seca. Este tipo de gestión está a menudo más allá del alcance de los gestores forestales, por lo que se les insta a implicar a las comunidades locales para evitar los incendios.

Plagas y enfermedades

El cambio climático -y en particular los fenómenos meteorológicos extremos- pueden afectar de forma directa a las plagas forestales, alterando su reproducción y difusión, y de forma indirecta mediante la abundancia de competidores, parásitos y depredadores.

Las medidas de prevención pueden incluir la selección de especies y variedades para adaptarse a las condiciones locales y las prácticas de aclareo para reducir las poblaciones de plagas y potenciar a sus enemigos naturales. Un seguimiento atento de las plagas ayudará a determinar si es necesario realizar actividades para combatirlas.

Las nuevas directrices fueron presentados la semana pasada en el curso de la 28ª Reunión de la Comisión Forestal para América Latina y el Caribe (COFLAC).

 

Fuente: iAgua