class="contentpane"> ¿Estamos impulsando ciudades sostenibles en América Latina y el Caribe?
Jueves, 14 de Marzo de 2019 16:12
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Ciudad 4Durante las ultimas décadas, el mundo está evolucionando aceleradamente a un cambio en su concepción de desarrollo, enfatizándose en múltiples ámbitos, la necesidad de acometer acciones en el presente, que garanticen a futuro, la vida de millones de ciudadanos.

La sostenibilidad como dimensión clave en cualquier propuesta de desarrollo, ha generado interés en diversos sectores políticos, económicos y sociales por los beneficios que conlleva pensar, reflexionar y actuar para preservar el planeta, pero con escepticismo, por los débiles resultados hasta el momento, luego de varias décadas de esfuerzo y trabajo.

Dentro de estos esfuerzos, el impulso de reorganizar el crecimiento de nuestras ciudades bajo un enfoque de sostenibilidad, ha generado una transición hacia un modelo de planificación urbana mas democrático, con mayor participación ciudadana y, sobre todo, con un interés de incidir en aquellos aspectos que originan el deterioro ambiental. Ya para comienzos del siglo XXI, 3.500 millones de personas viven en ciudades, ocupando tan solo un 3% de la superficie terrestre, pero con responsabilidad en el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y también, consumen entre el 60% y 80% de la energía, según lo reseña la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Asimismo, la ONU recomienda diferentes formas en las que los ciudadanos pueden contribuir a forjar ciudades sostenibles:

En el mundo, existen esfuerzos por alcanzar equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, entre los que se destaca Dinamarca y “El Plan del Clima 2025 de Copenhague”, que pone esta ciudad en el camino de ser la primera capital neutra en emisiones de carbono. Este plan incluye el objetivo de disminuir el consumo de energía en edificios comerciales en un 20%, en viviendas un 10% y en edificios públicos en un 40%. El alumbrado público usará un 50% menos de energía y todo el consumo eléctrico de la ciudad procederá de fuentes renovables para 2025.

Por otra parte, en Melbourne (Australia), se han ideado edificios sostenibles los cuales alientan a mejorar la eficiencia en el uso de energía y agua y reducir su desperdicio al mínimo. El gobierno municipal ha fijado el objetivo de reducir las emisiones de carbono del sector comercial en un 25% y del residencial en un 20%. La ciudad alcanzará esto gracias a las normas medioambientales para nuevos edificios, así como por los incentivos financieros y la consultoría para mejorar y rehabilitar los edificios ya existentes.

El estudio Sustainable Cities Index 2018, el cual analiza las 100 ciudades más sostenibles del mundo, toma en cuenta al momento de establecer su clasificación, 32 índices o factores. Entre los más destacados podemos citar: infraestructura de transportes, facilidad para montar empresas y hacer negocios, turismo, renta per cápita, importancia de la ciudad para la economía mundial, conectividad móvil y a Internet, tasa de empleo, zonas verdes, coste de la vida o eficiencia energética. A partir de estos indicadores, se calculan los niveles de sostenibilidad ambiental, económica y social de las ciudades, y la posición final es el resultado de la combinación de estas tres variables.

De acuerdo al estudio, el mayor porcentaje de las ciudades sostenibles están ubicadas en Europa, Norteamérica y Asia. En el caso de América Latina y el Caribe, se destacan solamente Santiago de Chile (puesto 71) como la ciudad más sostenible de la región, Sao Paulo (puesto 79), Buenos Aires (puesto 80), Río de Janeiro (puesto 82), Lima (puesto 83) y Ciudad de México (puesto 84).

En este contexto, el informe final de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible celebrada en Quito (Ecuador) en octubre de 2016, señala varios mensajes claves a considerar en el caso de los débiles resultados de las ciudades sostenibles en América Latina y el Caribe. Subraya que el crecimiento de las ciudades en la región, ha generado presiones y problemas ambientales en los entornos ecológicos, dando origen a vulnerabilidades que se distribuyen de forma desigual en los territorios urbanos. Sostiene que el alto aumento del consumo privado ha redundado en un incremento de la contaminación y en ineficiencias ocasionadas por la expansión de la motorización privada, entre otros factores. Ejemplo de este fenómeno se destacan en México, donde el nivel de motorización pasó de 203 a 275 automóviles por cada 1.000 habitantes, y en el Brasil de 164 a 209 automóviles por cada 1.000 habitantes, entre 2003 y 2010.

De igual manera, la rápida expansión de grandes áreas urbanas ha generado una situación de gobernanza compleja, en que el tejido urbano y la gestión de servicios públicos no siempre coinciden con los límites administrativos y con frecuencia se superponen varios niveles de gobierno. Es por ello por lo que se originan desafíos de coordinación y separación de responsabilidades, además de asimetrías entre la capacidad de gestión y recopilación de datos urbanos de las ciudades de diversos tamaños, entre las cuales las más pequeñas cuentan con menores recursos económicos y humanos.

A estas consideraciones hay que agregar, el informe anual sobre el progreso y los desafíos regionales de la Agenda 2030 (2018), celebrada en el marco de la segunda reunión del Foro de los países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible de la CEPAL, el cual sostiene que, la pobreza en América Latina se elevó del 28,5% en 2014 al 30,7% en 2016, mientras que la pobreza extrema pasó del 8,2% al 10% en el mismo período. Asimismo, más de 100 millones de personas aún siguen viviendo en tugurios urbanos e igualmente, entre 1990 y 2013, más de 43.000 personas fallecieron y 126 millones de personas fueron afectadas por desastres de diversas magnitudes en 16 países de América Latina y el Caribe, la mayoría de ellos asociados al cambio climático.

Bajo este contexto, impulsar ciudades sostenibles en nuestra región, debe ser una premisa que englobe mayor participación ciudadana, políticas de estado, reducción de los desequilibrios socioeconómicos, compromisos institucionales, intervención de todos los gremios, en especial el educativo y, sobre todo, una transformación cultural que agrupe todos estos elementos en la búsqueda de un bien común para nuestras ciudades.

Fuente: La Network

¿Estamos impulsando ciudades sostenibles en América Latina y el Caribe?

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Ciudad 4Durante las ultimas décadas, el mundo está evolucionando aceleradamente a un cambio en su concepción de desarrollo, enfatizándose en múltiples ámbitos, la necesidad de acometer acciones en el presente, que garanticen a futuro, la vida de millones de ciudadanos.

La sostenibilidad como dimensión clave en cualquier propuesta de desarrollo, ha generado interés en diversos sectores políticos, económicos y sociales por los beneficios que conlleva pensar, reflexionar y actuar para preservar el planeta, pero con escepticismo, por los débiles resultados hasta el momento, luego de varias décadas de esfuerzo y trabajo.

Dentro de estos esfuerzos, el impulso de reorganizar el crecimiento de nuestras ciudades bajo un enfoque de sostenibilidad, ha generado una transición hacia un modelo de planificación urbana mas democrático, con mayor participación ciudadana y, sobre todo, con un interés de incidir en aquellos aspectos que originan el deterioro ambiental. Ya para comienzos del siglo XXI, 3.500 millones de personas viven en ciudades, ocupando tan solo un 3% de la superficie terrestre, pero con responsabilidad en el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y también, consumen entre el 60% y 80% de la energía, según lo reseña la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Asimismo, la ONU recomienda diferentes formas en las que los ciudadanos pueden contribuir a forjar ciudades sostenibles:

En el mundo, existen esfuerzos por alcanzar equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, entre los que se destaca Dinamarca y “El Plan del Clima 2025 de Copenhague”, que pone esta ciudad en el camino de ser la primera capital neutra en emisiones de carbono. Este plan incluye el objetivo de disminuir el consumo de energía en edificios comerciales en un 20%, en viviendas un 10% y en edificios públicos en un 40%. El alumbrado público usará un 50% menos de energía y todo el consumo eléctrico de la ciudad procederá de fuentes renovables para 2025.

Por otra parte, en Melbourne (Australia), se han ideado edificios sostenibles los cuales alientan a mejorar la eficiencia en el uso de energía y agua y reducir su desperdicio al mínimo. El gobierno municipal ha fijado el objetivo de reducir las emisiones de carbono del sector comercial en un 25% y del residencial en un 20%. La ciudad alcanzará esto gracias a las normas medioambientales para nuevos edificios, así como por los incentivos financieros y la consultoría para mejorar y rehabilitar los edificios ya existentes.

El estudio Sustainable Cities Index 2018, el cual analiza las 100 ciudades más sostenibles del mundo, toma en cuenta al momento de establecer su clasificación, 32 índices o factores. Entre los más destacados podemos citar: infraestructura de transportes, facilidad para montar empresas y hacer negocios, turismo, renta per cápita, importancia de la ciudad para la economía mundial, conectividad móvil y a Internet, tasa de empleo, zonas verdes, coste de la vida o eficiencia energética. A partir de estos indicadores, se calculan los niveles de sostenibilidad ambiental, económica y social de las ciudades, y la posición final es el resultado de la combinación de estas tres variables.

De acuerdo al estudio, el mayor porcentaje de las ciudades sostenibles están ubicadas en Europa, Norteamérica y Asia. En el caso de América Latina y el Caribe, se destacan solamente Santiago de Chile (puesto 71) como la ciudad más sostenible de la región, Sao Paulo (puesto 79), Buenos Aires (puesto 80), Río de Janeiro (puesto 82), Lima (puesto 83) y Ciudad de México (puesto 84).

En este contexto, el informe final de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible celebrada en Quito (Ecuador) en octubre de 2016, señala varios mensajes claves a considerar en el caso de los débiles resultados de las ciudades sostenibles en América Latina y el Caribe. Subraya que el crecimiento de las ciudades en la región, ha generado presiones y problemas ambientales en los entornos ecológicos, dando origen a vulnerabilidades que se distribuyen de forma desigual en los territorios urbanos. Sostiene que el alto aumento del consumo privado ha redundado en un incremento de la contaminación y en ineficiencias ocasionadas por la expansión de la motorización privada, entre otros factores. Ejemplo de este fenómeno se destacan en México, donde el nivel de motorización pasó de 203 a 275 automóviles por cada 1.000 habitantes, y en el Brasil de 164 a 209 automóviles por cada 1.000 habitantes, entre 2003 y 2010.

De igual manera, la rápida expansión de grandes áreas urbanas ha generado una situación de gobernanza compleja, en que el tejido urbano y la gestión de servicios públicos no siempre coinciden con los límites administrativos y con frecuencia se superponen varios niveles de gobierno. Es por ello por lo que se originan desafíos de coordinación y separación de responsabilidades, además de asimetrías entre la capacidad de gestión y recopilación de datos urbanos de las ciudades de diversos tamaños, entre las cuales las más pequeñas cuentan con menores recursos económicos y humanos.

A estas consideraciones hay que agregar, el informe anual sobre el progreso y los desafíos regionales de la Agenda 2030 (2018), celebrada en el marco de la segunda reunión del Foro de los países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible de la CEPAL, el cual sostiene que, la pobreza en América Latina se elevó del 28,5% en 2014 al 30,7% en 2016, mientras que la pobreza extrema pasó del 8,2% al 10% en el mismo período. Asimismo, más de 100 millones de personas aún siguen viviendo en tugurios urbanos e igualmente, entre 1990 y 2013, más de 43.000 personas fallecieron y 126 millones de personas fueron afectadas por desastres de diversas magnitudes en 16 países de América Latina y el Caribe, la mayoría de ellos asociados al cambio climático.

Bajo este contexto, impulsar ciudades sostenibles en nuestra región, debe ser una premisa que englobe mayor participación ciudadana, políticas de estado, reducción de los desequilibrios socioeconómicos, compromisos institucionales, intervención de todos los gremios, en especial el educativo y, sobre todo, una transformación cultural que agrupe todos estos elementos en la búsqueda de un bien común para nuestras ciudades.

Fuente: La Network