class="contentpane"> La UN y la sociedad del conocimiento
Lunes, 16 de Mayo de 2011 06:30
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Sin duda alguna, en las sociedades modernas, como sociedades del conocimiento, se ha colocado la formación de capital humano en el centro de las fuerzas productoras de riqueza, para el logro de las metas sociales y del desarrollo.

Los países que pretendan ser viables económica, social y políticamente en el futuro no lo podrán hacer sin que tengan un sistema educativo fuerte y autónomo para producir conocimiento, hacer desarrollo experimental con el mismo y convertirlo en innovaciones tecnológicas, productivas. Combinar la búsqueda de la verdad, sin más compromisos que con ella misma, con las demandas sociales para encontrar solución a la satisfacción de las necesidades humanas, desde la ciencia, la técnica y el arte, es la misión de la universidad moderna, en un difícil equilibrio, no desprovisto de riesgos.

La venezolana Carlota Pérez (La Universidad en el nuevo paradigma: Formar para la vida en la sociedad del conocimiento) plantea que la característica que más profundamente distingue a la sociedad del conocimiento es el acceso universal, masivo y permanente a los conocimientos existentes y a los que se van generando. Es la difusión y la posibilidad de socialización masiva de la información, lo que marca la diferencia. En este mundo, la habilidad mas poderosa que posee una persona es la de aprender y reaprender, e incluso desaprender. En este sentido, la formación debe estar anclada en una base tan sólida y amplia que permita moverse con facilidad en otras direcciones, sin que esto signifique que esta formación aísle a su poseedor de las disciplinas conexas e incluso de las relativamente lejanas.

Solo podrán acceder al conocimiento, que está disponible para todos, aquellos que tengan las destrezas asociadas a la búsqueda, procesamiento y articulación de la información. Además, es necesario utilizar estas destrezas para innovar, mediante la observación, el análisis y la generación o selección de soluciones. Además de entender, que la frontera del conocimiento no es fija sino móvil, y que mueve constantemente, obligando a sus poseedores a ser flexibles, y a aprender a ser autodidactas. Por esta razón la universidad debe enseñar a aprender, y a trabajar en equipos interdisciplinarios.

Sin embargo, como las sociedades tienen necesidades y problemas que resolver, la universidad está en la obligación de ser relevante socialmente, y esto la obliga a la renovación constante de los contenidos y de los métodos, para responder cada vez más de manera mas conveniente a las demandas sociales productivas, del ejercicio activo de la ciudadanía y del desarrollo cultural de la comunidad. Esto obliga, de manera permanente, a los académicos a abandonar sus tradicionales tecnologías, ideas o practicas por otras muchísimo más poderosas y mucho más adecuadas al contexto moderno emergente.

Por está razón, lo que se está jugando con la reforma de la Universidad Nacional, es sí la universidad tiene la capacidad de responder idóneamente a los nuevos tiempos, y de contribuir al desarrollo del país.

La reforma de los pregrados en la UN ha sido uno de los objetivos prioritarios de quienes han estado al frente de la universidad, con mayor o menor fortuna para llevarla a la realidad, así como de estudiantes y profesores, con el fin de adaptar los programas a las necesidades de los tiempos, especialmente a las necesidades sociales, en cuanto a su pertinencia, así como a la adecuación de los mismos con el avance del conocimiento.

El problema central en la UN es que no ha habido acuerdo en la comunidad de estudiantes y profesores sobre el contenido de las reformas, por lo menos en la última rectoría de Palacios-Fayad, y por eso es necesario que la actual rectoría convoque a la comunidad universitaria a un debate abierto y franco sobre la reforma que necesita la UN, sin hacer tabula rasa del camino recorrido, pero sí con la disponibilidad de escuchar y cambiar de camino, sí es necesario. Pero hay que discutir y convencer. Sobre todo convencer. Somos una universidad, no otro tipo de institución, y mucha gente se equivoca de lugar, tratando de imponer.

Fuente: El Mundo

La UN y la sociedad del conocimiento

Lunes, 16 de Mayo de 2011 06:30
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Sin duda alguna, en las sociedades modernas, como sociedades del conocimiento, se ha colocado la formación de capital humano en el centro de las fuerzas productoras de riqueza, para el logro de las metas sociales y del desarrollo.

Los países que pretendan ser viables económica, social y políticamente en el futuro no lo podrán hacer sin que tengan un sistema educativo fuerte y autónomo para producir conocimiento, hacer desarrollo experimental con el mismo y convertirlo en innovaciones tecnológicas, productivas. Combinar la búsqueda de la verdad, sin más compromisos que con ella misma, con las demandas sociales para encontrar solución a la satisfacción de las necesidades humanas, desde la ciencia, la técnica y el arte, es la misión de la universidad moderna, en un difícil equilibrio, no desprovisto de riesgos.

La venezolana Carlota Pérez (La Universidad en el nuevo paradigma: Formar para la vida en la sociedad del conocimiento) plantea que la característica que más profundamente distingue a la sociedad del conocimiento es el acceso universal, masivo y permanente a los conocimientos existentes y a los que se van generando. Es la difusión y la posibilidad de socialización masiva de la información, lo que marca la diferencia. En este mundo, la habilidad mas poderosa que posee una persona es la de aprender y reaprender, e incluso desaprender. En este sentido, la formación debe estar anclada en una base tan sólida y amplia que permita moverse con facilidad en otras direcciones, sin que esto signifique que esta formación aísle a su poseedor de las disciplinas conexas e incluso de las relativamente lejanas.

Solo podrán acceder al conocimiento, que está disponible para todos, aquellos que tengan las destrezas asociadas a la búsqueda, procesamiento y articulación de la información. Además, es necesario utilizar estas destrezas para innovar, mediante la observación, el análisis y la generación o selección de soluciones. Además de entender, que la frontera del conocimiento no es fija sino móvil, y que mueve constantemente, obligando a sus poseedores a ser flexibles, y a aprender a ser autodidactas. Por esta razón la universidad debe enseñar a aprender, y a trabajar en equipos interdisciplinarios.

Sin embargo, como las sociedades tienen necesidades y problemas que resolver, la universidad está en la obligación de ser relevante socialmente, y esto la obliga a la renovación constante de los contenidos y de los métodos, para responder cada vez más de manera mas conveniente a las demandas sociales productivas, del ejercicio activo de la ciudadanía y del desarrollo cultural de la comunidad. Esto obliga, de manera permanente, a los académicos a abandonar sus tradicionales tecnologías, ideas o practicas por otras muchísimo más poderosas y mucho más adecuadas al contexto moderno emergente.

Por está razón, lo que se está jugando con la reforma de la Universidad Nacional, es sí la universidad tiene la capacidad de responder idóneamente a los nuevos tiempos, y de contribuir al desarrollo del país.

La reforma de los pregrados en la UN ha sido uno de los objetivos prioritarios de quienes han estado al frente de la universidad, con mayor o menor fortuna para llevarla a la realidad, así como de estudiantes y profesores, con el fin de adaptar los programas a las necesidades de los tiempos, especialmente a las necesidades sociales, en cuanto a su pertinencia, así como a la adecuación de los mismos con el avance del conocimiento.

El problema central en la UN es que no ha habido acuerdo en la comunidad de estudiantes y profesores sobre el contenido de las reformas, por lo menos en la última rectoría de Palacios-Fayad, y por eso es necesario que la actual rectoría convoque a la comunidad universitaria a un debate abierto y franco sobre la reforma que necesita la UN, sin hacer tabula rasa del camino recorrido, pero sí con la disponibilidad de escuchar y cambiar de camino, sí es necesario. Pero hay que discutir y convencer. Sobre todo convencer. Somos una universidad, no otro tipo de institución, y mucha gente se equivoca de lugar, tratando de imponer.

Fuente: El Mundo