ATL

Agua Agua y salud Contaminación del agua ¿Puede el agua subterránea afectar la salud poblacional?

¿Puede el agua subterránea afectar la salud poblacional?

E-mail Imprimir
AddThis Social Bookmark Button

aguaEL 28 NOVIEMBRE 2013.

En la mayoría de las zonas áridas y semiáridas del mundo, el agua subterránea es la mayor fuente de abastecimiento de la población. En México, más del 75 por ciento del agua que se destina a uso urbano y a procesos industriales tiene su origen en el subsuelo.

El agua subterránea permanece en contacto con las rocas que forman el acuífero y, dependiendo de los componentes de las mismas, puede disolver ciertos elementos, lo que origina una contaminación natural. El arsénico (As) y el flúor (F) son los principales contaminantes inorgánicos que se encuentran en el agua, frecuentemente juntos. Estos elementos están incluidos entre las diez sustancias químicas que originan problemas de salud pública en el mundo.

La Modificación a la Norma Oficial Mexicana-127-1994 (NOM-127) establece como niveles permisibles 1.5 mg de F/L y 0.025 mg de As/L en agua de uso y consumo humano. En México se reconoce que en los estados de Baja California, Durango, Aguascalientes, Zacatecas y Guanajuato existen niveles elevados de F en la mayor parte de su territorio. En los estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sinaloa, San Luis Potosí, Jalisco, Michoacán, Querétaro, México, Hidalgo y Puebla, la contaminación se presenta en algunas regiones. En cuanto al As, los niveles más altos se han encontrado en Zimapán, Hidalgo, en la Región de La Laguna, Coahuila, y en otros como Durango, Zacatecas y Guanajuato.

No se conoce con certeza la cantidad de personas expuestas en México a F y As en concentraciones que ocasionan efectos a la salud, debido a que muchas entidades no han realizado el análisis de la calidad de agua para consumo humano.

¿Qué efectos a la salud originan estos elementos? La exposición a F se relaciona con fluorosis dental, fluorosis esquelética, efectos reproductivos y daño neurológico en los niños. El As, entre otros efectos, se asocia con un aumento en la incidencia de diversos tipos de cáncer, principalmente de piel, hígado, vejiga, riñón y pulmón. También se relaciona con un incremento en la prevalencia de la diabetes, y con la disminución del coeficiente intelectual en los niños. Los efectos producidos por el As y el F son irreversibles.

Por su estado de desarrollo y sus características propias, los infantes aparecen como el sector más susceptible, y son más vulnerables si viven en ambientes marginados, en donde no se cuenta con agua de buena calidad para consumo, ni con recursos para una alimentación adecuada.

Es vital entonces reconocer que en México la mayor parte del agua subterránea está contaminada de manera natural principalmente con F y As, y por lo tanto no es apta en el consumo humano, ni para la cocción de los alimentos. Lo anterior es un asunto de salud pública que merece mantenerse en la atención sanitaria, ya que es un problema no resuelto en varios estados del país. Es necesario, por lo tanto, realizar programas preventivos para toda la población, mientras no se tomen otras medidas que solucionen el problema.

¿Cuáles son las medidas a seguir para evitar la exposición? “Toma agua purificada” y “Cocina con agua purificada”. Se recomienda agua purificada de alguna empresa autorizada por la Secretaría de Salud, que cumpla con los niveles permitidos para F y As. Es importante saber que “Hervir el agua no elimina al F ni al As” por el contrario, los concentra. La mayoría de los filtros caseros no eliminan éstos contaminantes, infórmate antes de comprar uno. Es importante saber que el término potable debe asignarse al agua que cumple con las normas de calidad promulgadas por las autoridades locales e internacionales. La cloración del agua disminuye la cantidad de microorganismos presentes en la misma, pero no reduce la concentración de los elementos que se pueden encontrar disueltos en ella.

La información es la mejor arma para la prevención. Tú puedes ayudar a difundirla.

Dra. Ana Cristina Cubillas Tejeda, la autora es investigadora de la Facultad de Ciencias Químicas de la UASLP

Fuente: INVDES