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Se busca promotor de la lectura profesional

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La UNAM e IBBY México emprenden un proyecto pionero para capacitar a personas que acerquen a los niños a los libros

De nada sirven decenas de campañas de fomento a la lectura si en México esos programas no cuentan con promotores con formación teórica y práctica. Abundan los proyectos, pero la propuesta de formar a esos intermediarios o mediadores que están entre los libros y los niños aún es muy incipiente, no hay una política de estado, sino proyectos aislados.

Aunque no hay una escuela que prepare a los profesionales que promueven la pasión lectora desde la infancia, existen iniciativas desde la academia por profesionalizar a esas personas.

Desde 2010, el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, en colaboración con el Instituto de Investigaciones Estéticas y a Leer/IBBY México, emprendieron el primer diplomado “La literatura infantil, una puerta a la lectura” y hace apenas un mes, el Conaculta, a través del Programa Nacional de Salas de Lectura, junto con la Universidad Autónoma Metropolitana, dio inicio al Primer Diplomado para la Profesionalización de Mediadores de Lectura.

Si en este último proyecto los primeros beneficiarios del diplomado son precisamente los más de 3 mil mediadores de lectura voluntarios del Programa Nacional Salas de Lectura, en el diplomado de la UNAM son todas las personas interesadas; en lo que coinciden es que ambas propuestas son pioneras en el estudio de la literatura y ofrecen herramientas de promoción de lectura y de reflexión sobre los procesos lectores.

México, ¿sin intermediarios profesionales?

Ahora surgen proyectos de profesionalización, respaldados por instituciones universitarias de gran prestigio.

Esas iniciativas se suman a otras, como el caso de Leer/IBBY México, que con su programa de Formación de Mediadores ofrece diplomados, talleres o cursos donde brindan herramientas de promoción de lectura y de reflexión acerca de los procesos lectores a maestros, padres de familia, bibliotecarios, libreros, editores, voluntarios y líderes comunitarios, pero no hay instancias de gobierno en esa materia.

El doctor David García, secretario académico del Instituto de Investigaciones Filológicas, reconoce que en México hace falta profesionalizar a los promotores de la lectura y hacer estudios en el ramo, pero dice que el diplomado es un primer paso.

“En México hay programas de fomento a la lectura, pero creo que todas esas campañas se han quedado sólo en buenos deseos. Programas con este tipo de asesorías sólo existen en IBBY México, en otras naciones profesionalizan a las personas que pueden desempeñarse en estos rubros, pero aquí no lo hacemos”, señala.

Socorro Venegas, directora adjunta de Fomento a la Lectura y el Libro de la Dirección de Publicaciones del Conaculta, señala lo contario, dice que hay muchas personas que han trabajado varios años y en distintas instancias, como la SEP o el Consejo Nacional de Fomento Educativo, con una mira muy rica de políticas y estrategias.

Lo más importante para Venegas es que este equipo se ha conformado por gente que conoce de cerca la experiencia en las comunidades, pues han ido a impartir capacitación a todos los rincones de México, y ellos, sumados al grupo de académicos de la UAM, han conformado un equipo importante.

Sin embargo, reconoce que el trabajo de los mediadores o promotores de lectura “tiene mucho de intuición”. “Pensamos que es valioso el diplomado, sistematizamos a esas intuiciones y así compartimos con ellos competencias especificas que los dejen satisfechos y los hacen sentir más creativos”.

David García asegura que es urgente trabajar en quiénes son los intermediarios entre el niño y el libro, “si entre los adultos existe esa figura y es difícil que el adulto lea, pues pensemos que en los niños es más difícil si no tiene formación; la aportación que queremos es crear condiciones en libreros, profesores, promotores de lectura e incluso padres de familia, porque ellos son los que en primera instancia acercan a los niños a los libros”.

Sabe de cierto que los padres son los primeros intermediarios, pero lo hacen de forma intuitiva; sin embargo, es fundamental, pues en el niño queda la idea de su primer acercamiento a la lectura, luego vendrá el acercamiento al libro y la literatura en general.

“A la lectura los niños los acerca primero la familia y luego la escuela, incluso los medios son intermediarios; pero hay que formarlos. Se debe tener conciencia de que hay que tener armas para que el acercamiento sea de la mejor manera”, afirma García.

Venegas asegura que el diplomado se ha nutrido de las experiencias en el campo de batalla, de esos lugares donde se trabaja para formar lectores, ahí donde se organizan las estrategias y los saberes en relación con la promoción de la lectura. “Hemos incorporado las teorías más actuales sobre cultura escrita. Pensar en la formación de una persona como lector es saber que se trata de alguien que desarrolla otras habilidades como leer, escribir y hablar”.

Y es que en México hay muchas campañas de fomento a la lectura, tanto generadas por las instituciones culturales como por las iniciativas privadas y civiles, pero pocos los espacios de profesionalización. Lo mismo hay proyectos encabezados por empresarios con apoyo de artistas, como iniciativas estatales que tienen que ver con ir de casa en casa prestando libros, como en Tabasco; bibliotecas rodantes, en Morelos; promoción a la lectura entre policías y bomberos, como en el DF o letras contra la violencia en Chihuahua y Michoacán.

Profesionalizar las experiencias

En México no hay una escuela de intermediarios entre los libros y los lectores, donde se enseñen metodologías o conocimientos teóricos y prácticos, pero son alentadores los diplomados como los de IBBY México, UNAM y UAM.

“Sabemos que en algunos países existe una política de Estado que se preocupa por estas cuestiones, pero en México no”, asegura David García.

En 2010, el Instituto de Investigaciones Filológicas dio inicio al diplomado para profesionalizar a los promotores de la lectura y dotarlos de herramientas teóricas y prácticas necesarias.

Venegas dice que desde el Conaculta establecen enlaces con los mediadores de lectura de las 3 mil 612 salas de lectura de todo el país, no los abandonan, los capacitan y generan encuentros regionales para apoyar a voluntarios.

Al diplomado de la UNAM, que dura ocho meses, lo respaldan los estudios realizados por Leer/IBBY México; en tanto que al diplomado en la UAM, que dura tres años, lo sustentan en las necesidades que externaron los voluntarios que trabajan en las salas de lectura, según el censo que realizó la Dirección de Publicaciones en 2009

Fuente: El Universal