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Enseñanza de la ciencia: un juego de niños

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No se puede enseñar la ciencia a la gente abrumándola con fórmulas científicas sin más ni más, dice el físico francés Christophe Galfard, que se ha asignado la tarea de lograr que los jóvenes y el público en general se apasionen por la ciencia. Para Galfard, la ciencia es un cimiento de la modernidad y la educación científica un desafío estratégico cara al futuro. Nacido en 1976 en París (Francia), Christophe Galfard es doctor en física teórica por la Universidad de Cambridge (Reino Unido), en la que ha investigado sobre el fenómeno de los agujeros negros y el origen del universo bajo la dirección de Stephen Hawking.

 Su última obra, una novela de aventuras titulada “Le Prince des Nuages” [El príncipe de las nubes], aborda los problemas fundamentales de nuestro planeta y del clima.
Entrevista con Linda Tinio (Oficina de Planificación Estratégica de la UNESCO).


¿Cómo puede la educación científica desempeñar un papel estratégico para la comunidad internacional?
El saber científico actual es fruto de una acumulación de conocimientos milenarios que determinan nuestra época. La posesión de esos conocimientos incrementa la capacidad para crear imágenes visionarias, así como técnicas y tecnologías acordes con la modernidad. Desde un punto de vista estratégico, considero absolutamente esencial que el mayor número posible de personas tenga acceso a esos conocimientos para poder mirar hacia el futuro, comprender lo que pasa a nuestro alrededor, sacar partido de las fuerzas potenciales de nuestro mundo y soñar con futuros posibles.


¿Cómo promover la educación científica ante los responsables de la adopción de políticas?
Haciendo que se percaten de dos hechos evidentes. El primero de ellos es que las tecnologías y los conocimientos científicos tienen un impacto muy considerable en la economía, habida cuenta de sus aplicaciones en el mundo industrial y laboral. El segundo –más sutil– es que no cabe esperar de esas aplicaciones que surtan efectos prácticos instantáneos. Ni siquiera la teoría de Einstein tuvo efectos inmediatos. Hoy en día, prácticamente la totalidad de la tecnología espacial se basa en esa teoría, lo cual resultaba inimaginable en la época en que se formuló.


¿Qué desafíos debe afrontar la educación científica en nuestros días?
Uno de los retos más importantes para la educación científica es llegar a un público lo más vasto posible, en particular a los jóvenes, ya que éstos miran el mundo con ojos más inocentes y asombrados que los de los adultos.
 A la gente no se la puede educar abrumándola con fórmulas científicas sin más ni más. Bien es cierto que, como decía el físico estadounidense Richard Feynman, las fórmulas científicas son centinelas de la memoria del saber que poseemos actualmente. No obstante, para lograr que los jóvenes se interesen por las ciencias, es necesario presentárselas de forma que les apasionen. Hay que contarles un relato, sensibilizarlos a la belleza de nuestro mundo y a la de la ciencia, hacerles soñar… La educación científica debe tener un aspecto lúdico. Como quiera que sea, este es mi punto de vista.
 Tenemos la suerte increíble de ser los primeros humanos que podemos ver imágenes de galaxias lejanas y escuchar sonidos que nos llegan desde el otro extremo del universo. Cabe preguntarse si estos descubrimientos científicos no abren nuestras mentes del mismo modo que lo hace el arte...


¿Cómo puede transmitir valores éticos la educación científica?
La ciencia es de por sí portadora de valores éticos. El físico británico Stephen Hawking me ha relatado cómo los científicos británicos, norteamericanos y rusos no dejaron de comunicarse entre sí durante la guerra fría, a pesar de las barreras políticas. En el mundo bipolar de aquella época la ciencia permaneció unida. A mi parecer, esto es ilustrativo del carácter universal y humanista de la ciencia.
 La educación científica transmite el valor inherente a la búsqueda de las verdades de nuestro mundo y este valor estrecha los lazos entre las personas, sean cuales sean sus opiniones políticas o religiosas.


¿Cree usted que la crisis económica actual va a tener repercusiones negativas en la investigación y educación científicas?
Confío de verdad en que los gobiernos no van a recortar los fondos asignados a la investigación fundamental a causa de la crisis económica. Esto sería un error monumental, porque la industria y la economía se reconstruyen sobre todo gracias a los nuevos descubrimientos científicos. Un recorte de fondos irreflexivo no aportaría ninguna solución a largo plazo.


¿Qué dirección debe tomar la educación científica en el futuro?
Creo que hay tres direcciones que van a responder en el futuro a las necesidades de los alumnos y estudiantes, los investigadores y el público en general.  Con respecto a los alumnos y estudiantes, es importante hacerles comprender que las ciencias nos permiten contemplar el mundo con una visión moderna. También es importante hacerles cobrar conciencia de la importancia que tiene conocer la ciencia, aunque no tengan el propósito de abrazar una carrera científica.


En lo referente a la investigación, me satisface mucho comprobar que, de año en año, son cada vez más numerosas las universidades que integran los nuevos conocimientos científicos en sus programas de enseñanza. Si esto se generalizase en todas las universidades del mundo, sería algo muy beneficioso para la humanidad.


Por último, también es muy importante divulgar los conocimientos científicos entre el público en general, a fin de que la ciencia esté al alcance de todos. Supongamos que queremos compartir con alguien el placer de la lectura de un bello poema escrito en ruso con alguien que no habla este idioma. Lo que se debe hacer es traducir el poema a un idioma que esa persona conozca. Con las ecuaciones matemáticas hay que hacer lo mismo.

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